El primer deportivo de gran serie fue español

auto nov. 21, 2014

Apenas tenemos marcas de autos españolas, y las que ha habido a lo largo del último siglo han sido, en gran parte, resultado de programas de ayudas económicas nacionales, sobre todo tras la dolorosa Guerra Civil, y el régimen proteccionista que vino después.

Si nos centramos en firmas deportivas con producto propio, Pegaso puede que fuera el gran momento de brillo internacional, pero conviene recordar que fue una operación sin objetivo comercial claro, subvencionada con dinero público y que, si bien fue toda una genialidad tecnológica, no tuvo sentido de la rentabilidad alguno.

– GTA Spano.-

En tiempos más recientes hemos visto intentos como el GTA Spano, el de IFR, o incluso el de Tramontana, el proyecto que más lejos llegó (y todavía llega), no sin problemas de por medio, e incluso con ayudas económicas en algunos casos a través de programas como NEOTEC y otras financiaciones ofrecidas por el estado a compañías tecnológicas en un (vano) intento de incrementar la notoriedad del I+D en España.

– Tramontana XTR.-

La cruda realidad es que, desde hace muchas décadas, y sin cambios aparentes a corto plazo, España no es un país de diseñar autos y motores desde cero. No es una creadora relevante de autos, especialmente de deportivos tecnológicos, aunque podemos jactarnos de ser uno de los países que más autos producen en Europa, aunque para multinacionales externas a España.

Pero no siempre fue así. Y es que antes de la Guerra Civil Española, la Hispano Suiza, como algunos otros nombres famosos del pasado automovilístico español. La historia de hoy y de manera muy breve es la de un logro realmente especial. Y es que Hispano Suiza, una marca española con un ingeniero suizo, fue el primer fabricante del planeta automovilístico en poner en comercialización «en gran serie» un deportivo.

– Hispano-Suiza de Alfonso XIII.-

En 2009, con motivo del Gran Premio de España de Fórmula 1 se organizó en Montmeló, en el propio pueblo, una exposición de algunos autos de carreras míticos de la escena española. Entre ellos estaba el Hispano-Suiza T45, más conocido como Hispano-Suiza Alfonso XIII.

La historia de este auto arranca con la relación entre Alfonso XIII, su gusto por los autos, y cómo Hispano se cruzó en su vida. Francisco Abadal, un comercial de Hispano-Suiza de Barcelona se las ingenió para cruzarse con la caravana real que transportaba a Alfonso XIII en 1905 por las inmediaciones de Sagunto.

En una complicada cuesta, donde el resto de autos desfallecía, el Hispano-Suiza 14HP subía sin problema alguno. Alfonso XIII se quedaba maravillado del ingenio, más aún tras descubrir que se trataba de un auto «nacional». Así, Abadal lograba su objetivo, y Alfonso XIII encargaba para 1906 un 20HP que le sería entregado, convirtiéndose el rey español en un activo embajador de la marca fundada por Damián Mateu y Francisco Seix y dirigida en lo técnico por el genial suizo Marc Birkigt.

Con el paso de los años, Alfonso XIII se enamora más y más de las carreras de autos, y envidia a Francia, que organiza numerosas carreras, siendo lo que podríamos considerar «la cuna de las carreras». Con la Copa de L’Auto como principal evento automovilístico mundial teniendo lugar en Francia, el Rey de España decide montar un evento similar en su país, con el nacimiento de la Copa Cataluña, un evento deportivo pensado para fomentar el automovilismo en el país, e incentivar a los fabricantes locales en 1.908.

Hispano-Suiza cogió el guante, y para competir con el resto de rivales en la segunda edición, diseñó un auto de carreras de 35 caballos. Birkigt elaboró para él un chasis siguiendo sus principios básicos ya conocidos. Por una parte, realizó un diseño «acorazado», que consistía en cubrir el motor y la transmisión por debajo por parte del chasis, que no era otra cosa que dos largueros longitudinales. Esto permitía tener un bastidor más rígido y también se podía prescindir de parasoles y parafangos en los bajos del coche una vez carrozado. Este modelo original contaba con una mecánica situada muy por detrás del eje delantero, centrando las masas al máximo, reduciendo el momento polar de inercia. El motor se alimentaba desde un depósito de combustible situado tras los ocupantes, que bombeaba hacia adelante la gasolina mediante la introducción a presión de aire en dicho depósito.

– Foto oficial de Hispano Suiza con sus tres coches participantes, publicada por el diario Los Deportes en 1909.-

Desgraciadamente, en la carrera de 1909 de la Copa Cataluña, las tres unidades de este modelo fracasaban. Los pilotos oficiales para esa ocasión (Louis Pilleverdier, Paolo Zuccarelli y Léon Derny) se enfrentaban a fallos mecánicos de juventud de sus monturas, con un sabor especialmente amargo para Zuccarelli, que tras dominar la carrera y tener toda la pinta de ir a ganarla, se quedaba tirado.

La carrera caía en manos de Peugeot. El caso es que del tropiezo nació el T45, el auto que se convertiría en el Hispano-Suiza Alfonso XIII. Respecto al modelo de 35 caball
os empleado en la Copa Cataluña, Birkigt y su equipo rediseñaron el auto completamente, con un motor de cotas más grandes (80 de diámetro por 170 milímetros de carrera), más potencia y arrancaba con 45 caballos, transmisión por cardan, caja de cambios de tres velocidades, culata en T, válvulas laterales, un embrague monodisco, y lo que es más importante, todo montado sobre un corto chasis de 2,4 metros de batalla, para crear un auto ágil. La suspensión posterior constaba de ballestas semi elípticas, como mandaba la época, con frenos de tambor exclusivamente asociados al eje posterior, y otro freno adicional que actuaba sobre la caja de cambios.

Con esta configuración el auto fracasaba de nuevo en su intento de victoria en la Copa Cataluña de 1910, pero sí se hacía con la subida de Mont Ventoux tras alargar su carrera hasta los 180 milímetros, dejando la cilindrada algo más allá de los 3,6 litros, ofreciendo ya 64 caballos a las ruedas traseras.

– H-S Alfonso XIII carrozado como doble berlina por Alin & Liautard en 1911.-

Con estas mejoras, además de triunfar en Mont Ventoux ante rivales franceses, también se iniciaba la producción seriada, que se alargaría por cerca de 500 ejemplares, siendo el primero entregado a Alfonso XIII. Tan satisfecho quedó el monarca del coche barcelonés que dio su bendición para que a ese chasis T45 CR (también identificado como 15T) se le conociera como Hispano-Suiza Alfonso XIII.

El auto afrontaría una evolución constante a lo largo de los siguientes años, con la oferta de tres batallas distintas (240, 265 y finalmente 300 centímetros para crear sedanes de cuatro plazas). La caja de cambios ganaría una marcha para llegar a cuatro y el embrague monodisco se sustituiría por uno de cono de cuero.

– Un ejemplare del Hispano Suiza 15/45 HP Alfonso XIII, un deportivo de calle utilizado en competición.-

Pero lo realmente importante del auto es que, en su versión de batalla corta, ofrecía una experiencia de conducción deportiva y ágil. Lo más curioso es que la carrera que había hecho que Alfonso XIII idease la Copa de Cataluña, la Copa de L’Auto, era la que encumbraría definitivamente a su homónimo auto. Y es que en el mismo 1910 sería Zuccarelli el encargado de llevar a lo más alto al T45 en la carrera francesa, por delante de los Peugeot, que hasta entonces dominaban a placer.

– Versión de producción exportada a Reino Unido.-

De los éxitos deportivos del auto y de sus características se derivó un éxito comercial inmediato, con una demanda por encima de la capacidad productiva de la factoría barcelonesa, especialmente por parte de los acaudalados pilotos aficionados británicos, que querían hacerse con el coche creado por Birkigt. Del éxito del modelo, de la satisfacción de que llevara su nombre, y del orgullo patriótico que Alfonso XIII tuvo en aquel momento, se derivó que el monarca adquiriera un paquete accionarial en la compañía, paquete que fue incrementando hasta llegar a controlar el 8% de la firma tras sucesivas ampliaciones de capital.

– Hispano-Suiza Alfonso XIII Double Berline.-

Lo curioso del asunto, cuando uno analiza la historia retrospectivamente, es que éste Hispano-Suiza es, por derecho propio, el primer deportivo de producción conocido en la historia. Y es que, hasta aquella fecha, los fabricantes creaban o bien autos para carretera abierta, lujosos y refinados, o bien máquinas de carreras para promocionarse, pero estas últimas no se vendían a clientes «convencionales».

Lo realmente especial del Hispano-Suiza Alfonso XIII fue que, en aquel momento, ofreció algo que hasta entonces no se había ideado: Un auto deportivo de calle, «matriculable». Una suerte de antecesor de los GT modernos, capaz de correr el fin de semana con garantías de éxito, pero también servir para disfrutar de carreteras de curvas (todas las carreteras de la época…), y para ir de excursión tranquila.

– Hispano-Suiza Alfonso XIII Voiturette de carreras de 1911.-

No nos meteremos ahora en hablar de la historia de Hispano-Suiza, de cómo se mudó a Francia, de cómo la postguerra española la mató, o de cómo fracasó el intento de resucitarla por motivos que… algún día se lo contara. Quedémonos hoy con el Alfonso XIII.

Via: autoblog – D.M. ')}

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