Vacaciones de invierno: disfrutar también con el auto

Para que la salida de descanso sea un éxito es necesario considerar algunos puntos clave: planificar el itinerario, llevar todo lo necesario y, especialmente, conducir a conciencia. La idea es pasarla bien desde el primer minuto y también al regreso. Aquí algunos consejos.

Las vacaciones de invierno están a punto de comenzar en varios distritos del Hemisferio Sur, y como suele suceder en cada una de estas ocasiones, decenas de miles de turistas se abalanzan con sus autos sobre las rutas buscando el relax de un merecido tiempo de descanso. Pero muchas veces realizar esta salida de vacaciones de invierno puede representar para el conductor del vehículo en cuestión enfrentarse a terrenos desconocidos: es común que muchos viajeros elijan un centro de deportes invernales para pasar esos días y eso implica necesariamente trasladarse hasta latitudes en las cuales las carreteras y vías de acceso presentan características muy diferentes a las de los caminos que utilizan habitualmente. Por eso es necesario que tome ciertos recaudos.

Primero, y esto es común a toda salida en la cual se transitará un largo camino por la ruta, hay que resolver cuestiones básicas: chequeo del vehículo, tanto mecánico (revisión completa de todos los detalles: desde el funcionamiento del motor, frenos, suspensiones, dirección, pasando por el estado y presión de inflado de los cinco neumáticos, el estado de todas las luces, y hasta el control del nivel del recipiente del líquido del limpiaparabrisas), como administrativo (asegurarse de llevar toda la documentación y los implementos que las autoridades puedan exigir), o estratégicos (planificar el itinerario con anticipación, determinando posibles paradas y otros detalles como la ubicación de estaciones de servicio, puestos de peaje, etc.).

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Por supuesto, si se espera circular en terrenos cubiertos de nieve, es importante llevar un juego de cadenas para instalar en las ruedas, y asesorarse sobre la presión de inflado de los neumáticos en cada situación.

Es necesario acomodar el equipaje de manera que no queden objetos pesados sueltos en el habitáculo, procurando que la distribución del peso no altere mucho el equilibrio del vehículo. Si viajan niños, cada uno debe tener su butaca o suplemento adecuado a su tamaño.

Por supuesto, todos los pasajeros deben estar correctamente atados con el cinturón de seguridad.

Luego es necesario concentrarse en la conducción. Teniendo en cuenta que nos referiremos a zonas de montaña es habitual que en esta geografía los caminos sean más angostos y de doble circulación, y que se puedan presentar distintos tipos de piso según la zona. Los caminos de piso firme de asfalto o cemento son los que ofrecen menos dificultadas y, por lo general, son los que se encuentran en mejor estado. Sobre este tipo de camino en los días de buen clima, el aspecto más importante para tener en cuenta es adaptar la velocidad de circulación al campo visual disponible porque, por la topografía del terreno, habrá subidas, bajadas, curvas y muchas alternativas cambiantes que modifican notablemente la distancia de visibilidad.

Esta situación puede crear algunas dificultades, porque, si el camino está en buenas condiciones, los conductores tienden a circular a velocidad de ruta. Entonces, en muchas oportunidades se encuentran ingresando en alguna curva de la que no habían podido ver la salida y que se cierra más de lo habitual. Recién ahí descubren que están circulando a una velocidad que produce un inevitable desplazamiento del vehículo hacia la mano contraria o fuera del camino. Si en ese momento aparece otro vehículo en sentido contrario la situación se complica mucho porque la sorpresa será muy grande y ambos conductores quedarán expuestos a realizar maniobras de frenado o esquive muy exigidas, de alto riesgo y con un final que seguramente no será el mejor.

En los caminos de tierra o ripio aparece el problema de la tierra en suspensión que, cuando no hay viento, puede permanecer mucho tiempo en el aire al paso de los vehículos. Además, la adherencia es mucho menor y con gran variabilidad. Si se trata de tierra seca y compactada, o tramos de ripio suelto sobre el camino, el vehículo puede sufrir desplazamientos que sorprenden al conductor, especialmente a los que circulan todo el año sobre asfalto. Por eso es importante estar muy atento al estado del camino por el que habrá que pasar dentro de pocos segundos, y tratar de que todas las maniobras tanto con el volante como con los pedales sean suaves y progresivas para evitar posibles desplazamientos bruscos. Una vez que el vehículo comienza a deslizarse, porque sus neumáticos pierden adherencia, puede resultar difícil retomar el control.

Sin embargo, la situación más complicada para quienes no están habituados a los caminos de montaña es la acumulación de nieve o hielo sobre el camino. En algunos casos es necesario circular durante muchos kilómetros en esas condiciones y se hace necesario que el conductor mantenga una actitud de buena concentración respecto a lo que el camino presenta.

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Las velocidades de circulación suelen ser menores y, tal vez por eso, pueden confundir, pero alcanza un pequeño descuido en relación con algo que no se vio a tiempo para que las vacaciones se arruinen: basta con impactar contra alguna piedra o lateral de montaña para que se produzca alguna rotura de ruedas, suspensión o radiador, entre otros puntos, que transforman por completo la expectativa del viaje.

Es necesario prestar especial atención en las bajadas, porque, a todo lo mencionado, se agrega un punto de vital importancia: el peso del vehículo. Si tenemos en cuenta que cualquier auto pesa alrededor de una tonelada, se puede entender que, por su propia masa, puede producir un patinaje descontrolado ante cualquier error de apreciación sobre la adherencia del terreno al efectuar maniobras de frenado o desaceleración.

Por otra parte no es bueno copiar el ritmo del vehículo que nos precede. La respuesta de suspensiones, frenos y neumáticos son muy variables incluso dentro de gamas similares, y esas diferencias pueden generar apreciaciones equivocadas que desencadenen accidentes. Lo mejor es prestar mucha atención para ver con más tiempo y espacio la información que ofrece al camino y conducir con una actitud de gran precaución para que el piloto elija la velocidad que le haga notar que él mantiene el pleno control de su vehículo.

Está claro que el terreno puede ayudar a que se genere un accidente pero siempre, en todos los casos, los siniestros viales tienen como iniciador un error humano: la monotonía de muchos kilómetros de viaje, la ansiedad o urgencia por llegar, la inexperiencia y, en muchos casos, la falta de respeto por las normas y las demás personas pueden hacer que un conductor tome una decisión inadecuada que desencadene la tragedia.

La mayoría de los accidentes viales se produce por errores humanos y son siempre evitables. La clave es la educación y el respeto por las normas.

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